La fascinante historia de la Perricholi, la mujer que fue amante de un virrey y madre de uno de los firmantes de la independencia de Perú




"Hay que distinguir entre el personaje histórico y esta suerte de ícono o símbolo que se creó a partir de la Perricholi", dice Magally Alegre, profesora de Historia de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), a BBC Mundo.

Entonces ¿qué se sabe realmente de Villegas?
Micaela

Micaela Villegas Hurtado de Mendoza nació en 1748 en una familia criolla (descendiente de españoles).

Según dice Villegas misma en su testamento, nació en Lima.

La "Perricholi" es uno de los personajes más recordados del virreinato de Perú.

En su honor, se han escrito poemas, dramas y novelas, se han filmado series de televisión y películas, y se han construido numerosas leyendas.

La excusa principal para la creación del mito es el conocido romance que mantuvo con el virrey Manuel de Amat y Juniet, 44 años mayor que ella.

Pero detrás de la protagonista de un escándalo amoroso en el siglo XVIII, existe un personaje histórico.

Su verdadero nombre era Micaela Villegas y fue una mujer trabajadora y empresaria, que amasó una respetable fortuna y desafió las convenciones de su época.

Fue hija de don Joseph Villegas y de doña Teresa Hurtado de Mendoza.

Desde que era muy joven, trabajó como actriz y cómica en el llamado "Coliseo de Comedias" de Lima y sus interpretaciones la llegaron a hacer muy famosa en el virreinato.

En una de sus presentaciones, en 1767, conoció al virrey Amat.
Amat

Manuel de Amat y Junyet nació en 1704 en Barcelona en una familia noble de Cataluña.

Fue militar, gobernador de la Real Audiencia de Chile desde 1755, y en 1761 se trasladó a Lima para ocupar el puesto de virrey de Perú.

Cuando Amat llegó a la capital peruana, Micaela Villegas tenía 12 o 13 años.

Seis años después, cuando se conocieron, iniciaron una relación amorosa que duró 14 años.

"Perricholi"

Investigaciones históricas dan cuenta de que ambos vivían su romance a la vista de todo el mundo y que la nobleza limeña no respetaba a Micaela, por opacar a las mujeres de clase alta.

La imagen de la pareja que muchos peruanos mantienen hasta hoy proviene en gran parte de las "Tradiciones Peruanas", un libro de ficción clásico del siglo XIX, que recoge anécdotas de la cultura popular (no necesariamente verdades históricas).

El capítulo que les dedica Ricardo Palma, el autor, se llama "Genialidades de la Perricholi", y presenta a Villegas como una mujer impulsiva y caprichosa, y al virrey, como un hombre sometido a los antojos de la dama.

La historia cuenta que el apelativo de "Perricholi" nació debido a que cuando peleaba con el virrey, este la llamaba "Perra, chola", pero que con su acento catalán sonaba "Perri, choli". Más tarde, investigaciones históricas desmintieron esta versión literaria, aunque no aclaran del todo el origen del nombre.

Las "Tradiciones Peruanas" también popularizaron la idea de que Amat construyó algunos de las obras arquitectónicas más bellas de aquella época en Lima, como la Alameda de los Descalzos y el Paseo de Aguas, en honor a la Perricholi.

Pero estas leyendas solas -y la censura y fascinación que generan- no fueron la única razón por la que la figura de la Perricholi persiste en la memoria peruana hasta hoy.

Expulsión de los jesuitas

La profesora Alegre cree el largo recuerdo de la Perricholi que tiene que ver con el contexto político del gobierno de Amat y Junyet.

Durante su mandato, el virrey "se vio envuelto en múltiples corruptelas" y personificó "el abuso de poder y la ganancia privada del corrompido sistema colonial", según el libro "Historia de la corrupción en el Perú", del historiador Alfonso W. Quiroz.

Además de estos cuestionamientos, el virrey tuvo que ejecutar un polémico decreto del rey de España Carlos III.

El monarca había decidido expulsar a la orden Jesuita de todo el imperio español, después de acusarla de organizar un motín y protestas en Madrid contra la administración del reinado.

En Perú, Amat fue quien se encargó en 1767 de expulsar a los jesuitas, que gozaban de alta popularidad entre las élites criollas.

"Naturalmente la reacción no solo de los Jesuitas, sino de largos sectores sociales de la vida peruana fue de más o menos pública pero muy violenta oposición. Todos estaban contra él [Amat]", dice Luz Angélica Campana de Watts en una disertación de 1969 para la Universidad del Sur de California.
El elemento que la sociedad aprovechó para atacar y desacreditar a Amat fue justamente la Perricholi.

"En la Perricholi encontraron sus opositores el elemento más eficaz para tratar de ponerlo en ridículo como representante de la monarquía española y personalmente del emperador Carlos III", añade Campana de Watts.

La profesora Alegre, de la PUCP, explica que "criticar a la Perricholi y representar al virrey como un hombre sometido a los caprichos de esta, de una mujer, le restaba autoridad política".

"Veían a Amat como una figura que no tomaba decisiones por sí mismo, sino que estaba sometido a la voluntad de [...] alguien que no debía tener poder, una mujer", agrega la docente.

Sin embargo, el romance entre la Perricholi y Amat continuó hasta 1776, año en que este último volvió a España.

La pareja llegó a tener un hijo: Manuel Amat y Villegas, que nació en 1769.

En 1821, Amat y Villegas fue uno de los firmantes del acta de independencia de Perú.

Después de la partida del virrey, la Perricholi continuó su vida. Tuvo una hija con alguien llamado Martín de Armendáriz y luego se casó en 1795 con Vicente Fermín Echarri.

Además, empezó a dirigir el Coliseo de Comedias, lo que la convirtió en lo que hoy sería una empresaria teatral, dice Alegre.

Con el dinero que ganó en este puesto, compró un molino y lo convirtió en uno de los principales de la ciudad.

Cuando murió en 1819, la Perricholi poseía una respetable fortuna y bienes valorados en 72.000 pesos de aquella época, según los historiadores.

"Yo creo que esto es lo que vale la pena destacar del personaje histórico más allá del mito", opina Alegre.

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