2020 será bisiesto: ¿Por qué le agregamos un día al calendario (casi) cada cuatro años?

Contrario a lo que muchos piensan, los años no están conformados por 365 días de 24 horas cada uno. Para ser más exactos, un año solar dura 365 días 5 horas 48 minutos y 45,10 segundos (365,2422 días).
Un año bisiesto es aquel año en el que se agrega un día extra al calendario, específicamente el 29 de febrero. Este hecho generalmente se da cada cuatro años, como una forma de ajustar el tiempo extra acumulado de los años anteriores.

Pero antes de saber sobre lo que significa que un año sea bisiesto, primero debemos entender que un año es un periodo de tiempo mucho más complejo de lo que vemos todos los días en nuestros calendarios colgados en la pared y guarda relación con los movimientos de rotación y traslación de nuestro planeta.

El movimiento de rotación se refiere al giro que tiene nuestro planeta sobre su propio eje, tomando al polo norte como punto de vista. Este movimiento se da de oeste a este y determina los días de 24 horas.

Por su parte, el movimiento de traslación se refiere a la trayectoria que tiene nuestro planeta alrededor del Sol. Este movimiento es el que determina los años para nosotros los terrestres, considerado como año solar o tropical.
Sin embargo, contrario a lo que muchos piensan, los años no están conformados por 365 días de 24 horas cada uno. Para ser más exactos, el año solar dura 365 días 5 horas 48 minutos y 45,10 segundos (365,2422 días).

Esta situación hace que ningún calendario existente y compuesto por días completos pueda corresponder a esa cantidad. A la larga, terminaba ignorándose la fracción, que en apariencia parece insignificante, pero creaba un problema más complejo de lo que uno se pueda imaginar: se acumulaba tiempo extra que tenía que ser reflejado en un calendario de alguna forma.

“Todo se reduce al hecho de que la cantidad de veces que la Tierra gira alrededor de su eje, lo que llamamos días, no equivale ni se relaciona de manera alguna con el tiempo que la Tierra tarda en rodear al sol”, explica John Lowe, líder de la División de Tiempo y Frecuencia, en el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) de Estados Unidos, según informa National Geographic.

CALENDARIOS DE LA ANTIGÜEDAD

Los esfuerzos de ajustar los calendarios con la longitud de un año solar causó grandes confusiones durante siglos, generando una serie de sistemas de calendario tremendamente cambiantes que a su vez generaban caos civil, agrícola y hasta religioso.

La importancia de una medición de los días estandarizada se hacía más que evidente, por lo que diversas civilizaciones intentaron medir sus días de forma, cada vez, más sofisticada.

Hace 5000 años, los sumerios crearon un calendario en el que limitaron el año en 12 meses de 30 días cada uno. Pero este año de 360 días era cerca de una semana más corto que el tiempo real que tomaba la Tierra en rodear al Sol.

Los egipcios antiguos, 3100 a.C., los chinos y hasta los romanos, usaron el calendario lunar para medir sus años. Pero los meses lunares constan en promedio de 29.5 días, por lo que los años lunares tienen solo 354 días, hecho que motivaba una desincronización constante con las estaciones con un desface de 11 días, algo catastrófico para la agricultura.

JULIO CÉSAR Y CLEOPATRA: UN ROMANCE Y UN NUEVO CALENDARIO

Hasta antes del ascenso del emperador Julio César al poder de Roma, los antiguos romanos usaban un calendario con un desface de hasta tres meses. Fue durante el famoso romance entre el emergente emperador y Cleopatra, que los romanos entraron en contacto con el calendario egipcio que ya contemplaba años de 365 días y habían establecido el sistema de año bisiesto desde el siglo III a. C.

Fue entonces que Julio César decretó adoptar el sistema egipcio y creó el denominado Año de la Confusión de 445 días, que fue el 46 a.C., con el que intentó corregir los muchos desfaces de los años anteriores de un solo golpe.

Aun así, este calendario denominado Juliano era defectuoso, pues el 0.25 de día que agregaba el año bisiesto, era un poco más largo que la fracción de día sobrante del año solar. Esta situación creaba una diferencia de 11 minutos más corta respecto del tiempo de traslación de la Tierra y cada 128 años, la diferencia crecía a un día entero.

CALENDARIO GREGORIANO: UNA SOLUCIÓN MOMENTÁNEA

El Año de la Confusión y el uso del calendario Juliano con su pequeña discrepancia, generó que importantes fechas festivas para los cristianos, variaran hasta en diez días. Esta situación resultaría insostenible, por lo que el papa Gregorio XIII presentó un nuevo calendario en 1582.

Este calendario Gregoriano presentó una nueva y drástica medida que trastornó el tiempo. Mantuvo el año de 365 días y adoptó el sistema del año bisiesto cada cuatro años.

Sin embargo, omitió todos los años bisiestos divisibles entre 100 (como el año 1900), a menos que también sean divisibles entre 400 (como el año 2000), en cuyo caso son observados. Así, cada 400 años se omiten tres días bisiestos y así se permite mantener a tiempo el calendario.
Es decir, se determinan dos grupos de años: los no seculares y los seculares. Los primeros han de ser múltiplos de 4, mientras que los segundos habrán de serlo de 400. De esta manera se eliminan como bisiestos a 3 de cada 4 años seculares . Por ejemplo, en el periodo 2001-2004 tenemos tres seculares comunes (2001, 2002, 2003) y uno bisiesto (2004).

Este calendario gregoriano hace que el año calendario bisiesto y los días fraccionales del año solar sean casi iguales al omitir, ocasionalmente, un día bisiesto y así se produce un año promedio de 365.2425 días, apenas medio minuto más largo que el año solar.

Con esta ínfima diferencia tendrían que pasar 3300 años para que el calendario gregoriano difiera un día entero del año solar. Esta situación significa que dentro de 3000 años, las futuras generaciones deberán ajustar el calendario nuevamente.

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